Corea del Norte anuncia que ésta dispuesta a defenderse de la declaración de guerra que le acaba de lanzar por Twitter el presidente de los Estados Unidos. Y de inmediato el portavoz oficial del gobierno de los Estados Unidos dice ser “absurda” la reacción norcoreana: según él, no ha habido ninguna declaración de guerra.
Técnicamente hablando el portavoz tiene razón. Una declaración de guerra es una cosa muy seria, que hacen en conjunto las dos Cámaras del Congreso de los Estados Unidos en sesión solemne, y no desde su cama y por las redes sociales un presidente al amanecer. Pero para recibir una declaración de guerra en regla los coreanos tendrían que esperar sentados. Porque aunque han librado más de un centenar de guerras grandes y pequeñas en casi todos los rincones del globo, los Estados Unidos casi nunca se han tomado el trabajo de declararlas.
Las siguientes han sido las únicas guerras declaradas por los Estados Unidos en más de 200 años; Contra la monarquía británica en 1812, contra México en 1846, contra el imperio del Japón en diciembre de l941, en respuesta al ataque a Pearl Harbor y contra Alemania e Italia tres días después. Todas sus agresiones militares contra países extranjeros, desde la invasión del Canadá en 1775 hasta los bombardeos de Siria de los últimos meses, las han hecho sin declarar la guerra. No declararon, sin ir más lejos, la que hace 65 años destruyó a Corea: se conformaron con imponer y a continuación obedecer una resolución de las Naciones Unidas tomada en ausencia del delegado soviético, que la hubiera vetado. Y con mismo tipo de recursos han emprendido todas las demás, casi insignificantes como la invasión de la islita de Granada en el Caribe por orden de Ronald Reagan en 1983 o el aplastamiento de Vietnam decidido por Lyndon Johnson en l964.
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